“Recuerdo que fui golpeado profundamente por la
relación que aparecía entre la palabra y la cosa. Tenía la sensación de
que la palabra era la embajadora de la cosa, su representante entre
nosotros. Es mi primer recuerdo sobre la experiencia del lenguaje. En
ese momento comprendí que la poesía ejercía esta relación con la
palabra. Después encontré, en los poemas que nos hacían leer, que
existía un ritmo, una música dentro de los poemas, que no era inherente a
las conversaciones, sino que existía solo en la poesía. Así consideré
que mi destino era practicar ese ritmo que hacía que las palabras
entraran en
contacto
con el mundo”.
Convencido y emocionado, Bonnefoy dice que la palabra tiene vida; es
un mundo, y crea un universo. Y su encadenamiento con otras palabras, su
combinación
para
crear frases transforma y altera su esencia, su significado. Para él
las palabras cotidianas se usan sin darles el valor que merecen.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/07/actualidad/1391788213_007468.html
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