Sueño Federico García Lorca

ODA AL VERANO DE PABLO NERUDA

Verano, violín rojo,
nube clara,
un zumbido
de sierra
o de cigarra
te precede,
el cielo
abovedado,
liso, luciente como
un ojo,
y bajo su mirada,
verano,
pez del cielo
infinito,
élitro lisonjero,
perezoso
letargo
barriguita
de abeja,
sol endiablado,
sol terrible y paterno,
sudoroso
como un buey trabajando,
sol seco
en la cabeza
como un inesperado
garrotoazo,
sol de la sed
andando
por la arena,
verano,
mar desierto,
el minero
de azufre
se llena
se llena
de sudor amarillo,
el aviador
recorre
rayo a rayo
el sol celeste,
sudor
negro
resbala
de la frente
a los ojos
en la mina
de Lota,
el minero
se restriega
la frente
negra,
arden
las sementeras,
cruje
el trigo,
insectos
azules
buscan
sombra,
tocan
la frescura,
sumergen
la cabeza
en un diamante.

Oh verano
abundante,
carro
de
manzanas
maduras,
boca
de fresa
en la verdura, labios
de ciruela salvaje,
caminos
de suave polvo
encima del polvo,
mediodía,
tambor
de cobre rojo,
y en la tarde
descansa
el fuego,
el aire
hace bailar
el trébol, entra
en la usina desierta,
sube
una estrella
fresca
por el cielo
sombrío,
crepita
sin quemarse
la noche
del verano.

lunes, 29 de febrero de 2016

Los abuelos van a estar muy presentes en la exposición que vengo relatando. Del Facebook de JUAN MATA ANAYA


Los abuelos van a estar muy presentes en la exposición que vengo relatando. Desde su condición de abuelo, Francesco Tonucci reivindica para ellos un papel activo en la sociedad. En un artículo publicado en 1995 en el diario 'L'Unità', titulado precisamente 'Los abuelos', podemos leer lo siguiente:
"Creo que los abuelos tenemos que hacer algo parecido para defender a nuestros nietos del consumismo y de la soledad. De ahí tres propuestas concretas:

1. Enseñémosles a jugar, enseñémosles a usar las herramientas, a escoger los materiales, a construir juguetes, a repararlos cuando se rompen. De este modo les regalaremos el gusto por la invención y la construcción y nos rebelaremos contra la perversa lógica del usar y tirar y de la acumulación de juguetes incapaces ya de dar juego.

2. Inculquémosles el placer por la lectura. Dediquemos nuestro tiempo (los abuelos, a diferencia de los padres, tienen tiempo) a leerles a los niños, a apasionarles por la lectura poniéndoles en contacto con el encanto de los cuentos, de las aventuras, de las poesías. Leyendo libros enteros, un poco cada día. De este modo les haremos el regalo más grande de todos, el de las ganas de aprender y el de la cultura.

3. Dejémosles salir de casa para jugar con sus amigos. Hoy en día los coches y los peligros sociales crean un obstáculo objetivo a la autonomía de los niños. Si los abuelos estuvieran en la calle, si poblaran las calles, podrían devolver la libertad a los niños y la seguridad al entorno. Así los niños -todos, no solo nuestros nietos- recuperarán la emoción que supone ser autónomos, la posibilidad de buscarse unos a otros y de conocerse, de jugar juntos, de descubrir el mundo, de prepararse para un mundo que queremos que sea mejor que el que les hemos dejado."


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