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A los burros palos, y a la mujer regalos.
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Burros a coces, arrieros a palos y voces.
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Burros y gobernantes para tontos y maleantes.
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Coloca a tu burro junto a otros burros y aprenderá a rebuznar.
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De los burros, como los médicos, la destreza, no radica en la cabeza.
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El burro hablando de orejas.
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El miedo no anda en burro
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El príncipe iletrado es un burro coronado.
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El que a la bodega va y no bebe, burro va y burro viene.
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El que nace para burro, de niño ya tiene orejas.
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En una fina no deben faltar un viejo y un burro, pero que el viejo no sea tan burro, ni el burro tan viejo.
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Entre menos burros, más olotes
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Es combate disparejo, el del tigre y el burro viejo.
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Es peor un ejército de inteligentes comandados por un burro, que un ejército de burros comandados por un inteligente.
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Hay quien busca un burro estando sentado sobre él.
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Hombre casado, burro domado.
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Idiota y tozudo, no hay mejor burro.
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Juegan los burros y pagan los arrieros.
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La carne de burro no es transparente.
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Los burros se buscan para rascarse
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Más corre un caballo viejo que un burro nuevo.
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Más quiero ser burro descansado que buey ajetreado.
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Más vale tener mal burro que ninguno.
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Que trabajen los casados y estudien los burros.
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Quien a burros favorece, coces merece.
Sueño Federico García Lorca
ODA AL VERANO DE PABLO NERUDA
Verano, violín rojo,
nube clara,
un zumbido
de sierra
o de cigarra
te precede,
el cielo
abovedado,
liso, luciente como
un ojo,
y bajo su mirada,
verano,
pez del cielo
infinito,
élitro lisonjero,
perezoso
letargo
barriguita
de abeja,
sol endiablado,
sol terrible y paterno,
sudoroso
como un buey trabajando,
sol seco
en la cabeza
como un inesperado
garrotoazo,
sol de la sed
andando
por la arena,
verano,
mar desierto,
el minero
de azufre
se llena
se llena
de sudor amarillo,
el aviador
recorre
rayo a rayo
el sol celeste,
sudor
negro
resbala
de la frente
a los ojos
en la mina
de Lota,
el minero
se restriega
la frente
negra,
arden
las sementeras,
cruje
el trigo,
insectos
azules
buscan
sombra,
tocan
la frescura,
sumergen
la cabeza
en un diamante.
Oh verano
abundante,
carro
de
manzanas
maduras,
boca
de fresa
en la verdura, labios
de ciruela salvaje,
caminos
de suave polvo
encima del polvo,
mediodía,
tambor
de cobre rojo,
y en la tarde
descansa
el fuego,
el aire
hace bailar
el trébol, entra
en la usina desierta,
sube
una estrella
fresca
por el cielo
sombrío,
crepita
sin quemarse
la noche
del verano.
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